jueves, 25 de junio de 2020

PEQUEÑOS PLACERES...




Hace tiempo compartir este post, donde quedaba reflejado la enorme importancia que tiene para mí estar en contacto con la naturaleza; después de estos meses de confinamiento, de aislamiento e incertidumbre por el “Coronavirus” al experimentar de nuevo esta sensación de libertad en este lugar tan querido, donde mar, cielo, aire y sol se unen, ante este infinito mar, sintiendo la brisa marinera sobre mí piel, subyugada por su poder energizante, rendida ante él, sin poder dejar de contemplarlo, la emoción me invade e intensifica y lo ansío más que nunca...

Aún así, pienso  en todas esas vidas que nos dejaron víctimas de “Coronavirus” en sus seres queridos... En su sentir, en su vivir, en sus vidas truncadas, por este fatídico virus que nos sigue azotando...

Ante tanto dolor por esta horrible pandemia, que sigue dejando a miles de familias destrozadas, sintiendo la fragilidad humana imploro al Creador y elevo mi plegaria al Cielo por sus almas...

                                                                 
                


 "Siempre he pensado que realizar pequeñas cosas, disfrutando de estos pequeños, placeres que la vida nos otorga acaban definiendo quiénes somos, qué somos y cómo somos...      

                                                              


Subirse a la bicicleta, pedalear y descubrir nuestro alrededor es quizás uno de esos pequeños placeres que más gratificaciones nos puede dar. Un placer ecológico, barato, que nos gratifica, nos reconforta, nos relaja dándonos fortaleza física y mental.




Pedalear en bicicleta, sintiendo esta sensación de libertad, que  me lleva por senderos, sin rumbo fijo, en soledad... Introduciéndome esta mañana, llena de luz, de aromas salobres, en este paraje donde la arena el mar y las flores se unen, con mi vieja bicicleta es tocar el cielo...  


Contemplar esta bella explosión de flores unidas con el menudo follaje de esta hierba primaveral. Descubrir que la vida florece...  Alfombrando una fina alfombra dorada, de flores amarillas me relaja y alegra.
                                                              
Sentir la brisa del mar en la cara, escuchar el retumbar de las olas ocultadas por estas dunas, llena mi espíritu de paz y sosiego...
                                                             

Mis ojos descansan en un azulado mar... 

                                                                  

A lo lejos,diviso la majestuosidad del faro que guía a los marineros  en la oscuridad de la noche; cubriendo con su manto de luz este inmenso mar, a todos los navegantes, que necesitan de su guía y protección. 
  
                                                        
   
En el cielo, bandadas de gaviotas pescadoras, rayan el aire con sus graznidos... Danzando, al compás de las olas del mar..
                                                            
    
Surcando un cielo azul de paisajes y nubes blancas...

Libertad, es la que me hace vibrar,  impregnándome, respirando, éste olor a yodo, a sal, a algas, a dunas marinas, teñidas de bellas y perfumadas flores silvestres... Sintiendo sensaciones, que permanecen presente en mi vida después de haber pedaleado, tocando el cielo...
Sintiéndome  afortunada y más agradecida que nunca por estar de nuevo aquí.             Gracias vida!