lunes, 23 de mayo de 2022

CUANDO EL SOL SE ESCONDE









En una playa de fina arena, al atardecer, miraba el horizonte. No quería perderme éste momento mágico que estaba viviendo. Un sol anaranjado, casi rojizo se iba escondiendo en las profundidades del mar.


                                                         



                                   Fue entonces cuando lo vi, quieto, inmóvil...  




Sus ojos al igual que los míos miraban el horizonte, pero él veía una realidad muy diferente a la mía... El aguardaba expectante a su dueño  que plácidamente se bañaba en un mar lleno de destellos. Fueron pasando los minutos, el seguía allí... 


                                                      

Al mirar con ternura ésta escena recordé lo que tantas veces había oído: "El ser humano se diferencia de los animales porque tiene conciencia" 
 Siempre me han gustado animales. Los perros (doy fe de ello), siempre te esperan, quizás no tengan noción del tiempo, pero cuando te ven saltan de júbilo, te huelen, te lamen, te reconocen; no importa que estuvieras, horas, días o meses alejados de ellos. No hablan, no pueden decirte que sienten tus ausencias, que se mueren de ganas de estar contigo.  Sin embargo sus limitaciones no les impiden esa necesidad de comunicarse con las personas queridas y recordadas... Mucho tenemos que aprender de nuestros fieles compañeros... Este fiel compañero me hizo pensar. Si somos consciente, tenemos memoria y vivimos en un mundo donde las tecnologías y medios están a nuestro alcance, para que podamos comunicarnos unos con otros. ¿Por qué nos resulta tan difícil la comunicación? ¿Será falta de tiempo, pereza, desganas, timidez? Demasiados factores que por desgracia  nos aísla unos de otros... Para quitarnos esa triste sensación, de estar viviendo en la era de la comunicación, para mundo de incomunicados.  Deberíamos con más frecuencias usar simples palabras que ejercen un poder casi mágico. Para todo aquel que las escucha ¿Hola, como te encuentras, estás  bien? Palabras sencillas, pero que al oírlas a través del teléfono nos alegran y emocionan, cuando comprobamos que esa persona querida, también nos recuerda, y quizás hasta nos extrañe...
                                            
-Me gustan mucho las puestas de sol; vamos a ver una puesta de sol…
-Tendremos que esperar…
-¿Esperar qué?
-Que el sol se ponga.

Pareciste muy sorprendido primero, y después te reíste de ti mismo. Y me dijiste:

-Siempre me creo que estoy en mi tierra.

En efecto, como todo el mundo sabe, cuando es mediodía en Estados Unidos, en Francia se está poniendo el sol. Sería suficiente poder trasladarse a Francia en un minuto para asistir a la puesta del sol, pero desgraciadamente Francia está demasiado lejos. En cambio, sobre tu pequeño planeta te bastaba arrastrar la silla algunos pasos para presenciar el crepúsculo cada vez que lo deseabas…

-¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!

Y un poco más tarde añadiste:

-¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.
-El día que la viste cuarenta y tres veces estabas muy triste ¿verdad?

Pero el principito no respondió.


Para tod@s que aun conservamos ese niñ@ interior, os recomiendo este bellísimo libro.

"EL PRINCIPITO",(título original en francésLe Petit Prince) .Es la más famosa novela escrita por el aviador y escritor Antoine de Saint-Exupéry. Fue publicada por primera vez el 6 de abril de 1943, cuando vivía exiliado en Estados Unidos tras la caída de Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Es un cuento infantil  llegado a considerarse una obra universal, siendo traducida a 160 lenguas y dialectos, llegando a convertirse en uno de los mayores éxitos de ventas de todos los tiempos.