sábado, 30 de diciembre de 2017

LA RUEDA DE LA VIDA



                                                                           
                                                                               



Todos los años, por estas fechas, cuando el frío y la nieve llaman a la puerta y las hojas del calendario llegan a su fin, para dar comienzo al nuevo año, no se por qué, siempre me gusta limpiar y ordenar los armarios; poner en orden todo lo acumulando en estos 365 día. Mientras voy realizándolo, al observarme tan atareada en este menester, me pregunto si este acto que estoy llevando a cabo será una simple manía que tengo por el orden, o quizás también una necesidad de reflexionar y hacer limpieza interior, sea lo que sea, es una simbiosis, que me ayuda a valorar lo que realmente necesito y quiero en mi vida. Una vida que esta llena de acontecimientos que sin lugar a dudas ha ido marcando todos los días, de este efímero año que pronto se acabará.

Al quitar las hojas del calendario, para remplazarlo por el del nuevo año, lo miro y no puedo creer que haya pasado tan pronto, estos doce meses con sus días y sus noches... Y a pesar del tiempo pasado, me sigue asombrando que una parte de mí sigue siendo la misma, un alma sin tiempo... 

Se, que éste solsticio de invierno también terminará, para dar paso a la primavera y a la época estival, donde millones de estrellas, seguirán brillando unas brillarán más que otras, pero todas seguirán siendo igual de hermosas y es aquí en este preciso momento cuando al recibir de nuevo un año más comprenda que todo lo acontecido en éste año perdió importancia... 

                                                                    
                                                                                                                                                                                             Imagen de la red

Este nuevo año como siempre, lo empezaré con curiosidad y al mismo tiempo con cierta incertidumbre, pero sin miedos. Es curioso, en esos momentos, donde mis manos laboriosas van poniendo orden dentro del armario, la voz de una persona muy querida para mí, interrumpe mis pensamientos tan nítida y clara como aquella tarde invernal, cuando el frío invernal y la nieve llamaban a la puerta.
En el salón, sentadas acurrucadas en el sofá tapadas hasta los ojos, con una manta observábamos, complacientes, el crepitar del fuego de la chimenea, tiritando de frío saboreando una taza de chocolate bien caliente, mirándome fijamente a los ojos sin preámbulo (a boca jarro como suele decirse en ésta tierra) me preguntó:

-¿No tienes miedo al futuro y a la soledad? Sin vacilar ni un momento  contesté.
-Nada, solo espero, y confío en  mi Dios... El, será mi guía.

Segura, confiada, sin miedos me dejaré guiar donde mi corazón me lleve... Sin lugar a dudas seguirá habiendo cambios en mi vida y en la tuya, unos serán mejores que otros, todo cambia y cambiamos... La rueda de la vida sigue rodando, ¿no la sientes...? cambia continuamente de sitios, de lugares de personas..Las personas para bien, o para mal, aunque nos duela, también cambian... a veces radicalmente, como el viento que desplaza las hojas de los arboles en los parques y veredas...

Sin dejar de mirarme, cogió la humeante taza que rebozaba de chocolate; tomando un pequeño sorbo, lo saboreó con gran placidez, con los ojos semicerrados, suspirando, muy bajito musitó...Tendremos que seguir confiando un año más...